7 UN SER PURO
13 de Julio de
2015
Nuestro recorrido
hacia el sur nos llevó hasta Kilwa, población costera en la que encontramos un
camping a la orilla del mar muy bonito. La verdad es que es difícil dar con
parajes no bonitos en esta costa. Palmeras, cocoteros, vegetación abundante y
arena blanca son la constante de este territorio.
A la hora de la comida paramos en un restaurante local con
buena pinta. Nos atendió un joven delgada y guapa. Le pregunté por los precios.
-“7000 chelines”
me dijo.
-“Eso es muy caro. Dame otro precio.”
-“Ese es el único
precio”. Respondió.
En ese momento
miré la decoración del lugar y vi los precios escritos en unos platos colgados
de la pared. Efectivamente los precios eran los que ella me había dicho.
-“Ah, de acuerdo,
nos quedamos a comer”. Le dije.
Nos trajo pescado
con patatas fritas y huevos con patatas fritas. La comida estuvo bien. Sin
embargo lo gracioso vino después, cuando Alegría le pidió permiso para sacarle
una foto. Le entró una risa de vergüenza tremenda. Cuando Ale sacó la cámara, la risa aumentó. Ella empezó a
retorcerse y a darse la vuelta como una colegiala vergonzosa cuando la sacan a
la pizarra. Dijo que no, que fotos no. Entonces se
nos ocurrió la idea de hacerle la foto acompañada de Lola y Sofía. En esas condiciones
aceptó y le pudimos hacer un par de ellas.
Era un ser puro,
sin malear, con poco o nulo contacto con los hombres blancos, o turistas.
Era simpática, atenta, servicial, guapa e inteligente. Todos nos enamoramos de
ella. Da gusto encontrar personas así por el mundo.
En Mtwara
dormimos en un hotel, de camping, por supuesto. Sitio bonito, junto a la playa,
e internet aceptable que me permitió subir dos posts del blog. El tercero no
fue posible.
Tampoco fue
posible entrar en Mozambique porque había que haber sacado la visa previamente.
Nos mandaron de vuelta a Dar Es Salaam, a la embajada. Decidimos hacer el
recorrido al revés, entrando a Mozambique por Zimbabwe, en esa frontera sí dan
la visa allí mismo. La faena era que había que volver al norte deshaciendo el
camino hecho en los dos últimos días y, lo peor, atravesar Dar Es Salaam con su
tráfico infernal. Lo hicimos y no estuvo tan mal, cogimos una ronda y “sólo”
tardamos unas dos horas. Esa noche dormimos cerca de Chalince, en un hotel
africano que todavía no se había inaugurado. Hablamos con el guardian y nos
dejó acampar en la trasera del establecimiento; pagando, claro.
Me encantan las aventuras de la familia Yanes-Buraya.
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