2 de Agosto de
2015
En el siglo XII, una
princesa española se casó con Luis XIII, rey de Francia. No se adaptó
fácilmente a los modos y costumbres galos, especialmente la gastronomía, y se
llevó a la corte parisina a todo un equipo de cocineros españoles. Así entró en
Francia la “olla podrida” que, originalmente, consistía en un guiso de carne en
el que entraban restos que había en la cocina. Gran parte de la población
francesa incorporó esa fórmula gastronómica, haciéndose muy popular.
La princesa era
muy católica, de manera que convenció a su marido para echar a los hugonotes, (protestantes).
Muchos se refugiaron en Holanda y parte de ellos se fueron como colonos,siglos más tarde, a África
del sur. Así llegó a las colonias de África Meridional la “olla podrida” u “olla
perdida”, en afrikaaner: “Poitje Pot”. Se cocina incluso en Zimbabwe porque los
Boers llegaron hasta estas tierras, antigua Rodesia.
Lo gracioso del
asunto es que ellos no lo saben, se creen que se trata de un guiso tradicional
holandés, pero en realidad es de origen español.
El Poitje Pot se
hace en una olla de hierro fundido, al fuego. Se ponen trozos de carne, cebolla, tomate, hierbas
aromáticas como romero, y varias verduras. Todo con mucha variación ya que se
incorporan los restos que había por la cocina. Evidentemente, la carne de
vacuno es la esencia del plato. Todo ello ha de cocer a fuego lento durante más de 12 horas. Lógico si tenemos en cuenta que se
trata de una comida de gente de campo que echa en la olla las cosas por la
mañana, para comerlas por la noche, o al día siguiente; mientras la comida
cuece, ellos trabajan.
La princesa española era María Teresa de Austria.
Esta historia nos la ha contado nuestro amigo Ángel Manrique.
Esta historia nos la ha contado nuestro amigo Ángel Manrique.
Entrenamiento de Polo cross en la finca de unos amigos. |
Limpieza a fondo. |
Otro cuento,
verídico, de Ángel:
EL HECHICERO EN
LA CORTE DE APELACIÓN
El padre de Ángel
era el único abogado blanco de Lubumbashi, actual República Democrática del
Congo, antiguo Zaire, antiguo Congo Belga. Ángel ya era abogado por esa época. Un día su padre le dijo:
-Hay un hechicero
que va a ser juzgado en la “Corte de Apelación” por haber realizado sacrificios
humanos para brujería. Será un juicio interesante. Vamos a verlo. Podemos
aprender cosas.
El juicio se
desarrolló con normalidad durante los dos primeros días, pero el tercero el
brujo se levantó de su asiento, harto ya de tanto acoso y tantas preguntas por
parte de los abogados.
-Ya me habéis
enfadado. Ahora en 15 minutos voy a mandar un rayo a esta sala para que
escarmentéis.
Inmediatamente el
juez, los abogados, guardianes y público en general salieron corriendo de allí.
En el estrado de los
visitantes quedaron Ángel y su padre. Éste gritó:
-No os vayáis,
que no os va a pasar nada.
Uno de los
locales, que salía a toda velocidad le respondió:
-¡Claro! ¡A
vosotros no os va a pasar nada porque sois blancos!
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